Desde hace muchos años (tantos que voy a obviar decirlo), los jueves es la tarde en la que mis amigas y yo quedamos (o lo intentamos) para marujear un ratito y ponernos al día. Siempre hemos quedado en un bar, El Porche, y precisamente el otro día el camarero se lo contaba al maridín, que nos conoce desde que entró a trabajar y que nos ha visto cambiar de pelo, de novio y hora de ir. Sabe lo que tomamos y, si antes nos agasajaba con bien de patatas fritas por un supuesto interés en alguna que nosotras mismas nos inventábamos, ahora se las pone a Darío, el hijo de Ofelia. Y es que nos seguimos reuniendo, de forma más o menos intermitente según las circunstancias, solo que ahora vamos muchos más, a veces "dejamos" que nos acompañen los churris, pero los que empiezan a ser asiduos son los peques, ¡y ya tenemos 5 y otro en camino! Ayer nos reunimos en otro sitio. Cuando al volver a casa a eso de las 19.30h devolví a mi madre la llamada que me había hecho en mi ausencia, me dijo "qué pronto has vuelto, qué poquito estáis", pensando que habríamos estado sólo media hora. Yo me sonreí y le expliqué que en realidad habíamos estado dos horas solo que ya estaba de vuelta porque habíamos ido... Al parque. Era el primer jueves que lo hacíamos, pero intuyo que no será ni mucho menos el último, ya que está claro que el grupito crece y hay que adaptarse.
A veces me deprimo pensando en lo bien que lo pasábamos con 17 años y añoro los tiempos de pavo y fiestas de pijama, pero entonces me doy cuenta de que lo bonito es que aún seguimos juntas y, lo que es más, compartiendo todo tipo de experiencias. Somos testigos y parte de la historia de cada una de nosotras y eso es francamente irreemplazable. Y lo más alucinante es que seguimos hablando de las mismas cosas. Bueno, quizá haya algún tema nuevo como cunas, anginas y guarderías, pero al final somos las mismas solo que con canas )sí! Canas!Aaaaaah!). Por eso, los límites se diluyen y esta amistad es prácticamente familia, y no importa tanto el sitio como si se puede ir con carricoches.
Esta entrada os la dedico a vosotras, amiguitas, pero sobre todo a Manuela y a Cayetana, porque alguna de las dos me ha "regalado" su cámara y, como veis, ocupa un lugar preferente con mis otras reliquias.