No pensaba ni por asomo escribir nada estos días porque ni me apetece, ni es quizá el sitio adecuado ni el momento, desde luego. Pero este blog era para hablar de las cosas bellas de la vida y mi yaya era una de ellas. Hace una semana que la vi por última vez físicamente, aunque la oigo y la veo en cuanto cierro los ojos. Hace cuatro días que todo me da igual porque no puedo estar con ella, pero me ha dejado 33 años de amor incondicional, tan precioso y brillante que es imposible no contarlo aquí.
Hoy soy incapaz de imaginar un día en el que el pecho ya no me duela, y sólo ansío rebobinar hasta cualquiera de esas mañanas en que me daba de desayunar un "ensopao" de leche con galletas mientras me contaba el cuento del zapatero y los duendes de los Hermanos Grimm. A mí me gustaba que me lo diera, aunque ya fuera mayor, y a ella no le importaba. Eso sí, se asombraba porque todos los días quería ¡el mismo cuento! Ella sabía más, claro, pero a mí me gustaba cómo contaba ese. No hace mucho le dije a mi marido que quería grabarla relatándolo, y también sus historias de la guerra y de su juventud porque algunas son de película y yo tengo muy mala memoria. No me ha dado tiempo, y ahora me asusta olvidarme de todo, en especial de su voz.
Mi abuela me llama "garbancita", y me reprende con un "anda, que te que te", me cuenta hasta 5 veces lo mismo en una llamada de teléfono y dice "tasissssss" en vez de "taxi", que le hace mucha gracia a Nacho. Hace un pollo al limón que cura yagas y le entusiasma el anís. Le encanta juntarnos a todos y ha logrado que seamos una familia unida. No distingue entre propios y extraños. El que entra a su casa, es ya uno más.
Y esa sonrisa, enorme, pícara. Y ese corazón.
Y todo lo hace pensando en nosotros, sus hijas, nietos y yernos. Si sospecha que quieres o necesitas algo, ya lo tienes. No es quejica ni vaga, y siempre nos ha impulsado a aprender lo que ella no ha podido.
Mirando sus preciosos ojos azules, nada me asustaba. Y ahora no puedo mirarlos. Me aterra que todo esto sea verdad y que se vaya esfumando su olor.
No tengo muy claro dónde está, por eso a veces hablo de ella en pasado y a veces en presente, pero sea donde sea espero que haya cocina y mucho ajo, que a ella le encanta. A lo mejor está leyendo el blog por primera vez...
No sé cómo se hace. Dicen "tranquila, se te pasará". Pero yo no quiero que se me pase, como si fuera un vulgar catarro. Yo quiero verla, escucharla, pensar "cómo se enrolla", oír alguna historieta por enésima vez y que me plante un buen beso. Por supuesto, no puede faltar una buena comilona de las que no se digieren en un sólo día.
Pude decirle cuánto la quería y cogerle la mano. No sé si se enteró, pero espero que sí, porque aproveché además para pedirle que me hiciera algún tipo de señal de que estaba bien y me veía. Espero con todo mi alma que se acuerde del cuento del zapatero y me encuentre algo al despertar.
Yaya, eras (eres) guapa por fuera y por dentro. Este vacío tan grande que dejas va a ser imposible llenarlo. Por suerte nos has dejado a todos tantas imágenes y buenos recuerdos que creo podremos hacer algún un apaño.
No me despido, que eso es para los que se van.
6 comentarios:
at: 24/2/12, 10:42 dijo...
Besitos y animo! Precioso relato!
at: 24/2/12, 12:00 dijo...
Es precioso... se me han saltado las lágrimas porque, por tus palabras, se nota todo lo que la quieres y la admiras. Por desgracia la vida es así... Lo que más duele es no poder despedirte de esas personas especiales que se van. El corazón se te encoje, te sientes desprotegido, comienzas a acumular recuerdos, te resistes a olvidar su voz, su olor, sus gestos, tu cabeza repite una y otra vez la última vez que estuviste con ella, que te abrazó, que te besó... es una mierda la verdad. Para que nos vamos a engañar... Es jodido tener que vivir el presente tirando de recuerdos del pasado y sabiendo que no habrá futuro (por lo menos físicamente hablando). Pero yo soy de las que se aferran a la teoría de que no nos abandonan. Ahí están con nosotros, disfrutando con nuestras alegrías y llorando con nuestras penas. Llora lo que tengas que llorar que esto no se supera nunca. Simplemente aprendes a vivir con ese vacío que dejan... Muchos besitos y perdona el rollo que te he contado pero este tema me toca mucho.
at: 26/2/12, 10:46 dijo...
Te entiendo bastante. Las buenas abuelas son como los sugus de la infancia: inolvidables.
Un besazo guapa.
at: 27/2/12, 10:20 dijo...
Gracias, guapa!
at: 27/2/12, 10:22 dijo...
De rollo, nada. Muchísimas gracias. Veo que me entiendes perfectamente, por desgracia. Más besos para ti también
at: 27/2/12, 10:22 dijo...
Gracias, guapa. Me cobijaré entre letras (las tuyas!). Otro beso enorme para ti.
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