Me han venido unos cuantos días rojos seguidos que me han mantenido apartada del blog, pero me he acordado de algo que me contó mi amigo Kike este fin de semana, cuando fuimos a visitarles a Mallorca. Entonces ninguno sabíamos cuánto me ayudaría lo que me contó, así que si me lees ¡gracias, vecino! Bueno, pues Kike me relataba las aventuras de su hermano que se ha aficionado a los bonsáis hasta crear una asociación y hacerse un experto que imparte cursos. Yo he estado en su patio, repleto de arbolitos preciosos, y le han tenido que ceder otro espacio de la comunidad para poder dar cabida a todos los que tiene. Incluso le mandan algunos para que los intente recuperar. En fin, increíble. Kike nos llevaba en un tour exprés, pero exprés de verdad, por la Tramuntana y nos contaba las bondades de estos "paisajes en bandeja" y, en concreto, de un tipo muy difícil de conseguir por tratarse de un árbol muerto con una ramita viva, por ejemplo, o aquellos que enraizan en piedras... Qué bonito. Qué bonito intentar crear vida de algo inerte.
Pues en eso estoy pensando, en que incluso cuando parece todo feo, puede no serlo. Hasta entre las piedras crecen flores.
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