El estrés y las preocupaciones me mantienen alejada del blog, y mucho me temo que estos días previos a la boda no voy a poder dedicarme demasiado, pero hoy he sacado tiempo (ayuda que Nacho esté de despedida) porque hay algo importante que no puedo dejar de decir.
Este espacio lo creé para compartir las cosas que me gustan y animan, no es un blog sobre cosas de bodas únicamente, así que quiero hablar de dos de mis cosas favoritas: Bon Jovi y mis amigas.
La banda de New Jersey me gustaba mucho más antes, cuando no se preocupaban de gustar a cada nueva hornada de quinceañeras adaptando su música al pop más comercial casi olvidando sus raíces rockeras. No obstante, he crecido con ellos y eso no es fácil dejarlo atrás. ¡Han puesto la banda sonora a mi vida! Nunca olvidaré el primer concierto suyo al que fui. Mis amigas y yo apenas habíamos dormido porque justo la noche anterior había sido la despedida de COU, y nos plantamos a hacer cola en el estadio como a las 6 ó 7 de la mañana... Rememorándolo aún puedo sentir esa emoción sin precedentes de ver a tu ídolo, con 17 años, y con tus amigas del alma. ¡Cómo nos desgañitamos! Es, sin duda, unos de los momentazos de mi existencia.
Nacho me ha llevado este año a tres conciertos en 4 meses... ¡Y a él ni siquiera le gustan! ¡Si eso no es amor, no lo es nada! Este verano quería probar suerte otra vez y hacer una escapadita a Lisboa o Barcelona, pero creo que nos lo vamos a ahorrar porque su mítico guitarrista, Richi Sambora, estará ausente por ingresar en una clínica de rehabilitación por su alcoholismo. Krys, ¿podrás soportarlo?
El caso es que el títlo de esta entrada es el de una canción de Bon Jovi, preciosa, que habla de de la amistad eterna. Siempre que la oigo no puedo evitar pensar en mis amigas.
A algunas las conozco desde hace unos 27 años, que se dice pronto pero es toda una vida, y juntas hemos crecido, estudiado, acampado, bebido, bailado, sostenido una patata con la frente, ayudado, hemos hecho el tonto, el ridículo, hemos reído, llorado, criticado, nos hemos amadrinado, hemos celebrado, gritado, cantado, despedido solterías... En definitiva, nos hemos cuidado. Y aún hoy seguimos haciéndolo, lo mejor que nos sale. Otras son más recientes; nuestros caminos afortunadamente se han cruzado y hemos decidido continuar juntas porque ya no se entiende el trayecto de otra manera. Cada una de vosotras es imprescindible, cada una aporta un color al lienzo. Espero saber devolveros todo lo que me dais.
Gracias a todas por estar, por acompañarme en esto de vivir y quemar etapas. Todo es mejor si lo puedo compartir con vosotras.
¡Y sois todas muy guapas!
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