Ya os conté que pusimos unas cámaras desechables en el buffet de chuches durante la barra libre de nuestra boda. La verdad es que fueron sólo tres porque también iba circulando una réflex digital nuestra, y era algo más simbólico que otra cosa: soy una fanática del negativo y colecciono cámaras de vídeo y fotográficas antiguas, por eso me hacía ilusión que los invitados hicieran fotos analógicas.
La sorpresa vino con el revelado. Estamos tan (mal)acostumbrados a disparar indiscriminadamente con los aparatos digitales donde podemos borrar en vez de malgastar negativo, que las fotos son un poco desastre, por no mencionar que ni Nacho ni yo salimos en ninguna, ¡pero ninguna! Ls funda personalizada que hicimos recogía unas instrucciones básicas, pero de las tres cámaras, una estaba o sin exponer o velada, y las otras dos contenían un puñado de fotos de lo más prescindible, así que si pensábais hacer uso de esta idea que tan bien queda en las películas, pues pensáoslo mejor o ateneos como yo a las consecuencias.
Si seguís adelante y vivís en Madrid, podéis encontrarlas en TIGER, en la calle Fuencarral, a 4 euros cada una.
¡Ánimo con el lunes!
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