Ayer en Madrid hizo un domingo de los de libro, con ese cielo gris y el chirimiri, a ratos diluvio, que sólo da ganas de quedarse en el sofá. Fuimos a ejercer el derecho al voto -o al pataleo, según- a la otra punta de la ciudad porque aún no estamos empadronados en nuestra nueva casa. Después de dejar caer la esperanza en la urna, decidimos que nos merecíamos un aperitivo y fuimos al bar de la plaza, donde nos topamos con la nostalgia. La lluvia tras el cristal propició el síndrome de Estocolmo con nuestro antiguo barrio, y desde esa ventana aproveché para cazar algún cinegrama. Las vistas, el espacio, el día negruzco y la falta de trípode sólo me dejaron hacer lo que véis, pero al menos sigo practicando y dándoos ideas.
Pinchad sobre cada imagen para verlo.
Y respecto al lunes... ¡Ánimo con él, que mañana ya es martes!
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