Cuadro personalizado

Llevo un tiempo revisando fotos porque queremos hacer con una un lienzo grande para poner en el despacho, encima de mi ordenador. Pero no nos decidimos. Nos gustan varias, pero no tenemos tanta pared (ni eurillos). Ayer, al abrir la nevera, reparé en el dibujo que mi hermana me hizo con unos 6 años y que voy poniendo en todos mis frigoríficos desde que no vivo en casa de mis padres. Me llevo casi quince años con ella y, por eso, es casi como una hija. La echo mucho de menos y siempre me parece que crece muy rápido y que no me da tiempo a estar con ella lo suficiente. La habría congelado con la edad del dibujo (bueno, o ralentizado su crecimiento, que me ha sonado a croqueta precocinada!) porque empezaba a querer saber, a opinar... ¡Estaba para comérsela!

Según alguien entendido, para Sonia por aquel entonces yo era lo más. Al parecer, la niña tenía que dibujar su casa, o su familia o algo así, y me dibujó a mí sola, y con ese corazón enorme emitiendo destellos... Para mí, ella es lo más siempre, y por eso igual me hago un cuadro con el dibujo que me dedicó, o con una de esas notas que me dejaba y que guardo como tesoros, como esta que os he puesto. Os cuento: yo le daba de desayunar y la llevaba al cole, y hubo un momento en que empezó a querer peinaditos... Pero a veces no desayunaba bien, tardaba, se entretenía... Ya sabéis. Bueno, pues esa mañana al levantarme me encontré su nota pidiéndome unas trenzas o un moño si se portaba bien. 

Creo que cualquiera de los dos es mejor que todas mis fotos juntas. 

¿Qué os parece?